Nunca puedo recordar los
sueños. Quizá parezca extraño pero cuando despierto es como si mi
mente no estuviera dispuesta a compartir conmigo lo que recreaba
mientras dormía, escondiendo los sueños en algún cajón del
subconsciente que soy incapaz de encontrar y, por supuesto, de abrir.
Sueños de fiestas inolvidables, de viajes fantásticos a lugares en
los que la imaginación se siente como en casa, vidas paralelas que
sólo son palpables mientras duermes…Intento recordar mi último
sueño. Poco importa que me esfuerce. Mi mente permanece repleta de
inciensos, velas y perfumes de sueños.
Hace un año tuve un
sueño que al despertar recordaba tan claro como si lo hubiese vivido
y me puse a escribir lo que recordaba antes de que desapareciera como
todos los sueños. El siguiente relato es parte de ese sueño.
-¡Hola! –me saluda
el mercader sacando la cabeza fuera del puesto. Al hacerlo, desprende
una de las velas colgadas de la estructura de metal precipitándose
sobre el mostrador, una mesa tapizada con un estampado de fantasía.-.
¿No te interesan mis sueños? Tengo uno especialmente imaginado
para ti.
Bajo esta gruesa capa de
cera amarilla, de la que sobresale un cordón turquesa en uno de los
extremos cilíndricos, hay un sueño que pide a gritos un rincón
temporal dentro de tu subconsciente.
Sonríe sin malicia,
escondiendo bajo el semblante marcado por la edad y las vivencias un
deseo sincero de que sus palabras se conviertan en realidad.
-¿De qué trata este
sueño? –pregunte curiosa-.
-Es una sorpresa.
Me tembló la mano con
la que intente encender aquella vela, que reposa en soledad en el
centro de mi mesita de noche aguardando el instante de recibir el
ardor de la llama.
Observe el danzar
ondulante de la llama recostada sobre las sábanas, dejándome
hipnotizar por el fulgor naranja azulado y por su perfume, que se
desprende amarrado a un fino cordón de humo, ascendente en línea
recta hasta llegar al techo. Tiene un olor familiar. A qué me
recuerda este olor”, pensé mientras cerraba los ojos debido al
escozor del cansancio. “Es como si…” “Sí, huele a pólvora,
ahora lo recuerdo. Este es el perfume que guardo en mi memoria, de
aquel año tan fascinante que recuerdo, cuando represente a mi
hoguera” El perfume adherido al alma, un perfume que hasta este
momento nunca he podido olvidar.
Al despertar soy
incapaz de aguantar mis propias ganas de llorar. Al principio fueron
unas lágrimas en silencio, pero pronto el lloro se hizo perceptible
hasta subir de tono y causar un estruendo, como el pitido de un
despertador que enloquece a la hora de despertar. Estaba soñando. Y
puedo recordarlo. Miro la mesita de noche y un charco solidificado de
cera es el único vestigio que queda de la vela que anoche ardía
desperdigando el perfume que, seguramente, fue el que estiró del
hilo del que penden mis recuerdos hasta sacarlos a flote convertidos
en sueños.
Hoy se, que aquel no
era un mercader común, sino Mamu, la diosa de los sueños.
Alguien me dijo en una
ocasión.
-Las velas funcionan
bajo las órdenes de la mente de quien las usa: poco importa el sueño
que cobije, es el sujeto quien finalmente acaba armando su propia
versión-
Al fin y al cabo “los
sueños, sueños son”
Todos soñamos con
hacer realidad nuestros sueños. Sueño y realidad, pues, se mezclan,
para hacer de la realidad sueño y de los sueños realidad.
Toda la historia esta
regida por los sueños...Vino Calderón y nos dijo que “La vida es
sueño”, el mismo Shakespeare tuvo “El sueño de una noche de
verano”, y Freud se adentró en la psique humana a través de los
sueños... Vivimos, pues, de sueños.
Hoy, estamos aquí para
soñar, para revivir sueños ya cumplidos.
Al fin y al cabo soñar
no cuesta dinero ¿O si?
( DESPEDIDA)
Hemos despedido, a las
niñas y señoritas que han podido vivir el sueño de
ser damas y bellezas de
su hoguera.
Ahora ellas emprenden un
nuevo viaje a través de las fiestas en el barco que las transporta a
unas nuevas ilusiones. Tras la borda del barco dejan caer su cargo,
como su ofrenda personal a la reina de las aguas, para que haga
realidad los sueños de otra niña y de otra señorita.
Yemanya, la reina de las
aguas, madre de todos los dioses, a mandado a dos de sus esclavas en
peregrinaje hasta aquí, para ordenar a su hija la diosa de los
sueños que haga brotar del árbol mágico, los sueños e ilusiones.
Pero sobre todo para que llene los cofres mágicos con el mas
preciado de los sueños.
Ahora recibimos en el
escenario, a las niñas y señoritas que recogen su testigo.
Podrán vivir todo un
año mágico y harán que esta noche sus sueños pendan de un hilo
para convertirse en realidad.